Habló la dueña de la casa derrumbada en Floresta
María del Carmen González viaja a la velocidad de su memoria hasta su adolescencia. Son los últimos días de agosto de hace 49 años y se acerca su fiesta de 15. En la panadería de su padre todos trabajan en los sanguchitos y las tortas del cumpleaños que se viene. Es el final del invierno del convulsionado 1973 y la maquinaria familiar de los González y Méndez se mueve a destajo en el local de avenida Rivadavia 8758 para la celebración.
María del Carmen cierra los ojos y viaja en el tiempo. Una manera de suspender por un rato el disgusto del presente: recuerda emocionada aquel momento, los años felices, y regresa al 2023. La panadería ya no está. Una pared azul tapó lo que fue el frente de la Confitería Rivadavia. Tampoco está el “copetín” de al lado. Ni el hotel familiar de la planta alta. En efecto, una parte del edificio desapareció con el derrumbe de la noche del martes. González no había dado por perdida la propiedad, ocupada desde hace casi dos décadas, pero no esperaba que una tragedia, que incluyó la muerte de un hombre mayor de edad, una nena y una anciana, le fuera a devolver su casa.